lunes, febrero 13, 2006

¿Cuánto vale mi vida?

Por Maribel Hernández

Mañana es el último día, es el día límite, he repasado una y otra vez lo que voy a decir… pero se me hace nudos la cabeza, y vuelvo a recordar el día en que empezó todo esto… como si fuera ayer…
Catorce de febrero, un día como cualquier otro, en la escuela han organizado una reunión por aquello del amor y la amistad… que más da… amigos no tengo y novio tampoco, de los compañeros de curso a nadie le hablo, no considero interesante entablar conversación con alguno de ellos… en fin... lo bueno es que solo dura un par de horas el festejo.
Me tocó sentarme sola, con una banca vacía al lado, todos conversan, esperan el momento en que se reparta lo que trajimos para comer… en eso estábamos, cuando la puerta se abrió, no falta el que llega tarde hasta para los convivíos… era un compañero nuevo, al cual nunca vi durante el curso anterior; alto, como de uno ochenta, moreno apiñonado, espalda amplia y sonrisa de desenfado, la única silla vacía estaba al lado mío, no me quedo más que quitar mis cosas y permitirle la ocupara
- ¡Hola! ¿Ya empezó verdad?
- En eso estamos
- ¿Cómo te llamas?
- María Elena y ¿tú?
- Manuel
Conversamos durante todo el tiempo que duro la reunión, de cosas sin mayor importancia, era un hecho: me había agradado, pasándola mejor de lo que hubiera esperado…
Los días posteriores al vernos en clase, buscábamos estar juntos para seguir charlando, aún después de terminado el día escolar. Resulto que vivía muy cerca de mi casa, el mismo transporte nos quedaba para llegar, durante el trayecto hablábamos de política, escuela, su novia, nuestras familias, lo que queríamos en el futuro una vez terminada la Universidad. Siempre le decía que parecía ropero, por la espalda amplia, no le agradaba, pero lo toleraba, por aquello del aprecio hacia mi. Su sonrisa era transparente, creo que eso era lo que más me atraía de él, aunada a la actitud de niño tierno jugando a ser mayor, del que pone atención en todo y en nada a la vez…
Una tarde llego muy triste, su novia había terminado con él, por que según ella, no tenía lo que necesitaba, imponiendo que la relación finalizara… le dije que no se preocupara que ella después lo lamentaría.
A partir de ese día, estábamos juntos para todo, yo pasaba a diario por él para ir a la escuela, al final del día me dejaba en mi casa; una de las conversaciones que más recuerdo fue en la que le decía que para ser novia de alguien, el interesado debía besar muy bien o no aplicaba a la vacante, solo sonrió.
Una tarde cuando pase por él para ir a la escuela, no estaba listo aún, me pidió subir a su habitación, estaba corriendo buscando una playera para poder irnos, me senté en la orilla de la cama, viendo como iba de un lado a otro, al terminar de vestirse, se sentó a un lado mió, se quedo viéndome por un instante, para después acercarse y darme un beso, despacio, temblando, con dulzura, pero a la vez con miedo, como el del alumno que estudió mucho para el examen final, pero que aún así sentía que había la posibilidad de reprobar; al separar sus labios de los míos, me miro como suplicando, solo alcanzo a decir en voz baja:
¿Te gusto?, si conteste; el alivio que vi en su rostro era para no olvidarse jamás. Después, sin decir más, empezamos a tratarnos como novios, pasando tiempo juntos, compartiendo todo lo que éramos…lo cual a los dos nos hacia felices.
Con la convivencia vienen las caricias, los besos, el atrevimiento… era domingo, y en mi casa solo estábamos él y yo, viendo el televisor, o al menos era lo que pretendíamos… poco a poco el contacto fue subiendo de tono, hasta llegar a la cama de mis padres, la excitación estaba haciendo de las suyas con ambos… cuando sus manos suavemente fueron a dar hasta mi entrepierna, y con ello, cerca de la ropa interior, la cual pretendía remover, sin lugar a duda de su puesto original. Al momento me asuste… solo repare en decir con ojos de suplica… nunca he tenido una penetración… con incredulidad hizo su cuerpo hacía atrás, me miro y pregunto: ¿eres virgen?, solo alcance a decir si. Más rápido de lo que ya no recuerdo, se paro y puso todo en su lugar, sin mencionar nada más al respecto…
Tres de mayo:
- Por favor Manuel ya vamonos, que no vamos a llegar a la clase…
- Ya casi estoy listo…
Me senté en la orilla de la cama a esperar, como muchas veces lo había hecho, pero ese día, como la tarde del primer beso… se sentó a un lado, me miro, besándome de una forma poco usual, hasta ese momento para mi, a los pocos minutos la excitación me recorría por cada centímetro del cuerpo, ¿qué va a pasar?, me pregunte, no necesitas ser muy inteligente como para no saber cual era la intención de aquel momento, lo primero que pensé, fue en que día estaba, había terminado mi ciclo un par de días atrás, eso significaba qué no tenía de que preocuparme, más que de dejar pasar lo que el cuerpo, el corazón y el alma pedía a gritos…
Dentro de las sabanas de su cama, completamente cubiertos por las mismas, empezó a recorrer todo mi ser, muy suave, despacio, susurrando a mi oído: nunca he estado con una niña virgen… espero no hacerlo mal… temblaba de pies a cabeza, como si la lluvia acariciara mi piel, de forma ardiente, inexplicable, la humedad crecía poco a poco, como los ríos en verano, hasta sentir que todo esta listo, todo en nivel, para ese momento de dolor incontrolable, incomodo, pero extaciante, con movimientos precisos para derramar ese elixir que te recorre, te hace ser dichosa, como nunca antes, como nunca más…
¿Cuánto vale la felicidad?, esta es la pregunta que repaso una y otra vez… Dios, mi Dios, en el que creo por sobre todas las cosas, me has enseñado que no pones nada en el camino, que no pueda resolver… y mañana es mi último día… él se va para ya no volver… y yo qué estoy dispuesta a hacer por él o mejor dicho aún, qué precio voy a pagar por él, quien representa todo lo que quiero, todo lo que soñé… ¿Cuánto vale mi vida lejos de él?, se que lo amo con todo mi ser, que le daría todo lo que soy y lo que seré, ya no tengo duda de lo que quiero hacer: me iré con él, pero solo tengo una pregunta: ¿Querrá llevarme con él?.

1 comentario:

Neliza dijo...

Tu vida vale lo que quieras que valga, y yo se que vales mucho y mereces respeto jajajaja no verdad perdon, solo te puedo decir que te quiero mucho y que espero que los 100 años que te quedan de vida seas muy feliz, cuidate y sabes que te quiero entrañablemente, como una hermana ¡a perdon que eres mi hermana!